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Jardín: el proceso de adaptación

El inicio de la etapa escolar constituye un gran acontecimiento para el niño, y un momento lleno de emociones, ansiedades y expectativas para los padres. Para el pequeño, el mundo se agranda, porque ingresa a un nuevo espacio con otros chicos y adultos para jugar, aprender y disfrutar.

Y como los demás cambios que se producen en la vida, se requiere de un tiempo para poder adaptarse y lograr sobrellevarlo de la mejor manera posible.

La adaptación

El ingreso del pequeño a una institución escolar representa un cambio relevante en su vida y en la de su familia. Su universo social se amplía, y aunque aún sea bebé, a partir de ahora empieza a ser alumno.

Todos recordamos el primer día en un nuevo trabajo, o cómo nos sentimos cuando llegamos a una fiesta donde no conocemos a ningún invitado. No cabe duda: integrarse a un lugar nuevo, con caras nuevas, no resulta fácil, y menos para un niño. Por lo tanto, se necesita de una etapa de encuentro, de construcción de vínculos afectivos, para que el pequeño se sienta seguro y acompañado, de modo que vaya apropiándose de los espacios y de una organización particular, y, al mismo tiempo, va conociendo personas significativas que se incorporan a su vida.

La adaptación es un proceso en el que se establece una nueva relación entre el niño, los papás y el jardín, y entre el jardín y la familia. Pero este vínculo solo es posible si existe confianza y seguridad mutuas.

En realidad, el proceso de adaptación comienza en casa, en el preciso instante en que los papás deciden que su hijo irá al jardín.

Las etapas de adaptación

Es un proceso que contempla tres instancias:

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1) Previa al ingreso.

En realidad, la adaptación comienza en casa, en el preciso instante en que los papás deciden que su hijo irá al jardín. Es indispensable que puedan acompañar a su hijo en este momento y que estén convencidos de la decisión, de manera que logren transmitirle seguridad. Si los adultos dudan y se angustian, el chiquito lo percibirá, y le será muy difícil quedarse en el jardín y disfrutarlo. Antes del ingreso, la maestra tendrá una entrevista con los padres para conocer algunas características del niño, cómo está compuesta su familia y cómo son sus vínculos. Los papás, por su parte, podrán conversar acerca de sus expectativas y temores, y conocer cómo se lleva a cabo el proceso de adaptación. En algunas instituciones se organiza incluso una reunión de padres, donde las familias tienen la oportunidad de conocerse, de recibir información sobre la organización escolar y de plantear sus inquietudes. Una vez que los papás cuenten con algunos datos, pueden empezar a preparar a su hijo para el gran día: contarle el nombre de la “seño”, cómo es el jardín, la salita y el patio, ir juntos a comprar el delantal, preparar la mochila… En la mayoría de las instituciones se permite llevar al niño para que conozca “su jardín” antes del inicio de las clases.

2) Durante el ingreso.

El proceso de adaptación se lleva a cabo con el chico y su mamá o su papá en el jardín. La jornada suele ser de 1 hora en la primera semana, de 1 hora y media en la segunda, y así, progresivamente, el tiempo de estadía se va incrementando. Si ambos papás trabajan es necesario que algún familiar pueda compartir estos momentos con el pequeño; lo ideal es que sea siempre la misma persona, para que pueda acompañarlo siguiendo el proceso día a día. Al principio, la participación de mamá (o papá) será activa: compartirá la merienda, hará algún dibujito, cantará una canción dentro de la salita… Luego, a medida que pasen los días, verá cómo su hijo participa de las propuestas, juega y se divierte con sus compañeros. Así, en forma gradual se irá alejando, pasará de la salita al patio, y no lo podrá creer cuando -ansiosa por ver su carita- lo espere en la puerta del jardín. Mientras tanto, si en algún momento el chiquito llora y pide por su mamá, la maestra la llamará para que vea que está cerca de él.La graduación de tiempo dentro y fuera de la sala la conducen las maestras de acuerdo con la evolución de cada grupo. Creativas y habilidosas, planifican actividades motivadoras, y del bolsillo de sus delantales siempre asoma algún recurso -títeres, burbujas, autitos- que invita a que el niño se quede cada vez más tiempo dentro de la sala sin su mamá.

3) Finalización.

La culminación tiene una duración diferente de acuerdo con la edad del niño y sus características personales. Cuanto más pequeño, más tiempo necesitará para establecer vínculos afectivos con su maestra y sus nuevos compañeros. Puede prolongarse desde algunas semanas hasta meses, según cada pequeño y su familia. Se trata de un proceso gradual, con avances y retrocesos, que demanda tiempo y mucha paciencia.

El proceso de adaptación puede durar desde algunas semanas hasta meses, según cada pequeño y su familia.

Todo llega

¿Se adaptará? ¿Y si nunca quiere quedarse? Son las dudas más frecuentes de los papás. Lo cierto es que el pequeño debe vivir el proceso de la mejor manera posible, en forma gradual, respetando sus tiempos y en un marco de contención. Transmitiéndole confianza y seguridad se favorece el despegue, y el chiquito logra adaptarse sin inconvenientes. Finalmente, llega el momento en que es capaz de despedir a su mamá con una sonrisa.

Con el asesoramiento de Paula Cóppola – Directora de Educación Inicial y Puericultora Universitaria.

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