Aprendiendo a caminar: cuándo y cómo
Hay pocas cosas más placenteras (y a la vez más desafiantes) para los padres que ver a su bebé comenzando a dar sus primeros pasos. Sin duda el andar es un hito, un momento destacado en el desarrollo del niño, ya que le da independencia para explorar todo lo que lo rodea.
El hecho de transformarse en deambulador es el resultado de la maduración progresiva de su motricidad, que para cada bebé tiene su propio ritmo. A lo largo del primer año de vida ha conseguido primero girar sobre sí mismo, luego sentarse, poco después gatear y más tarde sostenerse sobre sus dos pies. Cuando ha alcanzado estos logros, recién está en condiciones de caminar (si bien es cierto que muchos bebés saltean la etapa del gateo).
Por lo tanto no hay que apurarse, ni apurar el bebé a hacer algo que aún no puede lograr; todo llega a su debido tiempo, y cuando los distintos sistemas -cerebro, huesos, músculos, etc.- están preparados para hacerlo.
Si bien parece algo simple, la marcha requiere de una coordinación perfecta y precisa; el bebé debe prestar atención a cada movimiento por separado, para luego integrarlos y automatizarlos.
Para el bebé, caminar no sólo implica moverse y desplazarse, sino que también tiene un alto impacto emocional: le muestra un mundo diferente, le permite adquirir un sentimiento de libertad y una alegría contagiosa, le despierta el interés y lo motiva a descubrir. Con cada paso irá ganando confianza, dependiendo de su espíritu aventurero, y derribando miedos para lanzarse a la conquista. Ahora es capaz de llegar donde quiere y por sus propios medios, para saciar esa natural curiosidad que todo niño tiene.
¿Cuándo caminará?
No hay una edad determinada para que el bebé “se largue” a caminar. Si bien algunos dan sus primeros pasos a los 9 meses, lo más frecuente es que lo hagan cerca del año de vida. Lo cierto es que cuando el pequeño no camina pasada esta edad, las mamás suelen ponerse bastante ansiosas. Tranquilas: cada bebé tiene su propio ritmo. Sólo debe preocupar si no camina a los 18 meses. En este caso, es preciso consultar al pediatra para que reciban la orientación necesaria, o descarten algún problema.
¿A qué se debe que algunos caminen en forma prematura y otros varios meses después de soplar la primer la velita? El momento en que el bebé da sus primeros pasos está condicionado por varios factores. El genético es uno de ellos: aunque no es determinante, muchas veces los niños repiten la cronología de sus padres en relación a sus momentos madurativos. Pero también influye el estado físico del bebé (si es más flaquito o más gordito), sus inquietudes, así como las posibilidades que se le dé para moverse: no olvidemos que el entorno resulta decisivo para motivación y estímulo.
Los primeros intentos
Aprender a caminar es una de las máximas habilidades motoras: no es fácil estabilizarse, pararse y dar pasos sin caer. Pero la naturaleza ha dotado a los bebés de un instinto especial, que hace que el aprendizaje sea un proceso gradual.
Cuando un bebé da sus primeros pasos lo hace con las piernas abiertas (para aumentar la base de sustentación), con los pies apuntando hacia afuera, dobla bastante las rodillas y apoya el pie en el piso de un solo golpe (sin poner el talón en primer lugar); en las primeras instancias se lo ve inestable, esforzándose y mucho para mantener la posición vertical. Con la práctica y a medida que va teniendo el control, el pequeño será capaz de graduar el ritmo y la trayectoria de la marcha, cambiar de dirección y sentido, frenar y acelerar, balancear los brazos y adquirir el patrón de apoyo talón-punta. Esta secuencia de progresos termina aproximadamente a los 18 meses (dura aproximadamente 6 meses).
La evolución de los primeros pasos
En su camino de aprendizaje el bebé generalmente atraviesa distintas etapas:
- Primero, intentará avanzar de costado: tomará un mueble como soporte, y se pondrá de pie para moverse.
- Después, para poder avanzar de lado, cruzará una mano por encima de la otra, sin dejar de agarrarse (en lugar de deslizarlas al mismo tiempo). Esta es una instancia importante, que le permite ganar confianza en sí mismo y mejorar su equilibrio.
- Luego, intentará pasarse de un mueble a otro: primero se agarrará de ambos, y sólo soltará uno cuando se haya aferrado firmemente al otro. Más tarde, tratará de cruzar -aguerridamente- distancias más grandes: sin soltarse del primer mueble, se pondrá en el medio, hará equilibrio y cuando se sienta seguro, se soltará y alcanzará al segundo, aferrándose a él.
- Por último, procurará atravesar el espacio que separa un mueble de otro, con pasitos endebles. No es raro que en el intento se caiga, pero de ser así se pondrá nuevamente en pie y lo intentará una y otra vez.
¡Ups, se cayó!
Cuando un bebé comienza a dar los primeros pasos, las caídas son un hecho tan frecuente como inevitable: es fácil perder el equilibrio en este período de “entrenamiento”. A veces, el niño juega a caerse o se tira al suelo para practicar cómo caer sin hacerse daño. En general las caídas no tienen consecuencias (generalmente caen de colita y, además, tienen el pañal que amortigua el golpe). Pero es muy importante la reacción de los adultos cuando el bebé se caiga: si el bebé los ve asustados o preocupados, esto puede condicionar los avances, ya que el miedo, el susto y la inseguridad también se aprenden. Por eso, si el bebé cae de colita no te muestres preocupada; si se golpea, intentá calmarlo y consolarlo, pero animalo a hacer un nuevo intento. De lo contrario, el bebé lo considerará un fracaso, se frustrará y sentirá que su esfuerzo no vale la pena.
Consejo: cuando el bebé se caiga, nunca intentes levantarlo traccionándolo de su mano, ya que esto puede ocasionarle problemas en su codo.
Acompañalo
Si hay un momento que genera ansiedad en los padres es aquel en el que el bebé está por largarse a caminar. ¡Y no es para menos! Por supuesto que genera una gran alegría, pero al mismo tiempo les da miedo que se caiga o se lastime.
Hay que estimularlo y animarlo a dar sus primeros pasos, brindándole seguridad y confianza. La mejor manera de hacerlo es tomar al bebé de ambas manos, ubicándonos por detrás de él (con el pequeño de espaldas al adulto). Esta posición te permitirá sostenerlo si tambalea o se tropieza, así como impulsarlo hacia adelante, pasito a pasito. Con el correr de las semanas, brindarle cada vez menos ayuda.
Cuando el bebé logra recorrer el camino propuesto, es importante felicitarlo y reconocer su logro con un beso, un abrazo, un aplauso: esto lo llenará de alegría y le dará más entusiasmo para seguir adelante.
Es lógico que tengas miedo de que se caiga o pueda lastimarse, pero no sobreprotejas a tu bebé: percibirá tu miedo, y será un retroceso en este aprendizaje.
Los mejores “andadores” son las manos de los padres que, con afecto y dedicación, dan el soporte y el estímulo para que el bebé pueda avanzar.
Papás prevenidos, bebé seguro
Cuando el bebé comienza a caminar es necesario tomar las máximas precauciones para evitar accidentes domésticos. Ciertamente los niños, en su afán de investigar, llegan a los lugares menos pensados, por lo que, más que nunca, es indispensable transformar la casa en un hogar seguro.
¿Calzado o descalzo?
Una gran duda de los papás es si, al momento de aprender a dar los primeros pasos, es mejor que el bebé lo haga descalzo, con medias o con calzado. Lo ideal es que esté descalzo o bien con medias antideslizantes: de esta forma sus pies “se agarran” al piso, percibe mejor el apoyo, y esto es fundamental para que vayan ganando confianza. En el caso de usar zapatitos, deben cumplir con ciertos requisitos: tener forma amplia, la parte delantera flexible, material blando, suela antideslizante, y una altura no superior a la de los tobillos. Si son sandalias, tienen que estar bien atadas, y por nada del mundo deben usar ojotas.
Con el asesoramiento de Dr. Mario Polacov, Médico Pediatra, autor del libro “Crianza saludable. Educando y comprendiendo a los hijos”.
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