Cómo saber si tu hijo está listo para dormir fuera de casa

Tarde o temprano, la mayoría de los niños hacen la misma pregunta: “¿Puedo quedarme a dormir en casa de…?” Mientras que para algunas familias la propuesta puede resultar tentadora, ofreciendo una noche de descanso o libertad, para otras puede generar preocupación.
Entonces, ¿cuándo es el mejor momento para permitir que un niño pase la noche fuera de casa? ¿Cómo saber si está preparado? En caso de aceptar, ¿qué medidas deberían considerarse para que su primera noche lejos sea una experiencia positiva?
El camino hacia la independencia
A medida que los niños crecen, atraviesan un largo proceso hacia la independencia. Este desarrollo no solo implica “hacerse grandes” en términos físicos, sino también aprender a valerse por sí mismos. La autonomía es un proceso gradual que toma tiempo y se extiende durante toda la infancia. Para lograrla, es necesario que los niños adquieran la madurez suficiente, y que las familias los apoyen a vivir experiencias propias.
Es importante que este apoyo se equilibre con el cuidado adecuado. No solo es relevante preguntarse si el niño está listo para dormir fuera de casa, sino también si la familia se siente preparada para esa separación temporal.
¿Es el momento adecuado?
A veces puede resultar confuso decidir qué permitir en cada etapa de crecimiento. Un niño puede parecer pequeño para algunas cosas, pero al mismo tiempo, decidido para otras. No es fácil criar hijos, y es normal cometer errores. Lo importante es aprender de ellos y ajustar lo necesario.
En algunas familias, los hijos son sobreprotegidos, mientras que en otras se les puede impulsar a asumir responsabilidades antes de tiempo. En ocasiones, una misma familia puede adoptar ambas posturas. Es esencial encontrar un equilibrio entre proteger y permitir. Ninguno de los extremos es favorable para el desarrollo emocional del niño.
Sin prisa
Separarse de los padres es un proceso gradual.
En los primeros años, el bebé necesita la cercanía constante de mamá y papá, y separarse por periodos prolongados no es recomendable. Sin embargo, a medida que crecen y adquieren la capacidad de expresar sus necesidades, algunos niños comienzan a pedir quedarse a dormir en casa de familiares cercanos, como abuelos o tíos, con quienes mantienen un vínculo frecuente.
El momento ideal
Es fundamental que los niños comprendan que separarse de sus padres no significa perder el vínculo con ellos. La experiencia de dormir en casa de familiares o amigos debe ser placentera y sin conflictos para todas las partes. Solo así, los pequeños ganan confianza en sí mismos y seguridad.
Sin embargo, aunque un niño parezca listo, puede suceder que, a mitad de la noche, se reciba una llamada porque no deja de llorar. Esta es una señal clara de que todavía no estaba preparado para dormir fuera de casa.
Dormir fuera es una oportunidad para que el niño practique la independencia, acercándose y alejándose de sus figuras de referencia. Sin embargo, el éxito en una noche con los abuelos no garantiza que esté preparado para pasar la noche en casa de un amiguito.
¿Cuándo es adecuado intentarlo?
Un buen momento para considerar que un niño duerma fuera de casa es cuando ha comenzado la escuela primaria y ha logrado ciertos niveles de autonomía, como vestirse, ponerse el pijama, lavarse los dientes, peinarse, bañarse y manejarse solo en el baño. Estas habilidades son indicadoras de que puede estar listo para afrontar una noche en un entorno diferente, aunque los primeros intentos pueden no ser exitosos.
Es posible que el niño conozca bien a su amigo y a su mamá, pero en la casa pueden haber otros familiares que no le resulten familiares, como el papá o hermanos. Esto puede generar inseguridad, y es importante tenerlo en cuenta.
¿Y si extraña?
Una vez que se decide permitirle dormir fuera de casa, es importante estar preparado para ir a buscarlo si lo necesita. La noche es un momento en el que los temores pueden intensificarse.
En algunos casos, el niño siente miedo debido a su propia imaginación, mientras que en otras ocasiones, la angustia puede ser un reflejo de la inseguridad de los padres. Por eso, es importante transmitir tranquilidad y la certeza de que, si decide volver a casa, se lo recibirá sin enojo.
Si el intento de quedarse a dormir no resulta exitoso, no se debe ver como un fracaso. Es fundamental explicarle al niño que habrá otras oportunidades en el futuro.
Y si hay un intento fallido, no lo consideres como un fracaso, ni se lo transmitas a tu hijo de esta manera, y mucho menos lo retes. Si hoy no pudo, habrá otras oportunidades en que sí lo logrará. Una buena manera de ayudarlo es que invites amiguitos a dormir a casa, para que pueda ver qué le pasa a otros niños.
Consejos prácticos
Para que la experiencia de dormir fuera de casa sea agradable, es útil considerar las siguientes recomendaciones:
- Confiar en el entorno: Es importante sentirse tranquilo con el lugar donde el niño pasará la noche. Los niños perciben las inseguridades de los adultos y pueden sentirse nerviosos.
- No forzar la situación: Si el niño no está convencido, no debe presionarse para que se quede.
- Cumplir promesas: Se le puede asegurar que, si decide regresar a casa, podrá hacerlo en cualquier momento. Es esencial cumplir esta promesa.
- Evitar el enojo: Si se tiene que ir a buscar al niño a mitad de la noche, es importante no enojarse. Esto es parte de su aprendizaje.
- Comunicación clara: Es útil acordar con la familia anfitriona que llamen si el niño quiere regresar a casa.
- Datos de contacto accesibles: Se recomienda colocar en su mochila un papel con los números de teléfono de la casa y los celulares de los padres.
- Objeto de seguridad: Sugerir que el niño lleve un juguete o algo personal que funcione como objeto transicional y le dé seguridad puede ser una buena opción.
Asesoró: Dra. Mariana Czapski, Psicóloga y Especialista en Psicología Clínica.
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