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Alergias en el embarazo

Una alergia es una reacción alterada del sistema inmunológico. La función de éste es defendernos de las cosas que nos hacen mal (virus, toxinas, bacterias). Pero cuando el sistema inmunológico actúa sobre algo que es inocuo -como polen, ácaros, alimentos, medicamentos, etc.- se produce una reacción que genera un proceso inflamatorio. Dependiendo del lugar donde aparezca esa inflamación, afloran los síntomas de la enfermedad alérgica: si es en la nariz, será rinitis alérgica; si es en el pulmón, será asma; si tiene lugar en el aparato digestivo, será una alergia a un alimento o a un fármaco. Cuando se da todo esto junto, ocurre una anafilaxia, que es una reacción alérgica generalizada, con riesgo de muerte. Si esto se produce durante la gestación (si bien es muy poco frecuente) la situación es de mayor riesgo, porque involucra tanto a la futura mamá como a su bebé. Puede afectar la respiración, provocar una disminución de la presión arterial, producir vómitos, y hasta contracciones uterinas. 

Cuando una persona tiene alergia a un alimento la solución es obvia: evitarlo. En cambio, cuando la reacción alérgica es al polen o a los ácaros, es más complejo: si bien se los trata de evadir, nunca se los puede evitar por completo.

Se calcula que entre un 20 y un 30% de la población mundial tiene enfermedades alérgicas. Si extrapolamos este porcentaje a las embarazadas, podemos afirmar que la cifra es muy alta. 

En una mujer que sufre rinitis alérgica o asma, el embarazo puede actuar empeorando o mejorando la enfermedad. 

Rinitis y asma alérgicos

En una mujer que sufre rinitis o asma alérgicos, el embarazo puede actuar empeorando notoriamente la enfermedad, o bien mejorándola. En efecto, en las más afortunadas, los síntomas se esfuman como por arte de magia durante la gestación, para reaparecer tras el parto.

Como es imposible evitar por completo el polen y los ácaros, durante la gestación debe mantener la medicación preventiva. Habitualmente se utilizan sprays de acción local y aerosoles, y dado que la mayoría de ellos son compatibles con la gestación, no es necesario suspenderlos (de todas formas, siempre es preciso consultarlo con el obstetra).

Para el tratamiento del asma también se usan broncodilatadores. Es fundamental que, si una futura mamá tiene una crisis de asma, lo utilice: si ella no se oxigena bien, el bebé tampoco podrá oxigenarse. 

2 a 3 de cada 10 personas tiene enfermedades alérgicas. 

Las urticarias 

Una urticaria es una inflamación de la piel que se manifiesta con la aparición de ronchas. Son manchas sobreelevadas, pálidas en el centro y con un halo rojizo hacia los bordes, que tienen una particularidad: aparecen y desaparecen, van migrando de un lugar a otro, y producen mucha picazón. Las causas de una urticaria pueden ser muchísimas. En 1 de cada 2 casos, además pueden acompañarse de angioedema (hinchazón de un labio, párpado, oreja, etc.). 

Las urticarias pueden ser agudas (duran menos de 45 días), o crónicas, si permanecen por más tiempo. Cuando una urticaria aguda es provocada por una alergia, es fácil de identificar porque el paciente sabe qué la produjo (por ejemplo, un marisco que comió). Este tipo de alergias tienen riesgo de ser anafilácticas. 

También hay urticarias que pueden deberse al frío, al calor, de contacto, y otras que no tienen una causa aparente y pueden permanecer durante mucho tiempo. 

Cuando una persona sufre una urticaria, su organismo libera grandes cantidades de una sustancia llamada histamina (que es la que provoca las ronchas), y es por este motivo es preciso el uso de antihistamínicos. Los altos niveles de histamina durante la gestación podrían generar alguna alteración en el feto. Por esto se hace hincapié en la utilización de antihistamínicos modernos (como la loratadina, la desloratadina, la cetirizina), para mantener lo más bajo posible los niveles de histamina y no afectar al bebé. Si bien no hay muchos trabajos que avalen su seguridad durante el embarazo, serían bastantes seguros y pueden administrarse en dosis normales. 

¿Alérgica?

Si estás embarazada y sos alérgica, no dudes en comunicárselo, con lujo de detalles, al obstetra. Esta información es sumamente importante, en especial para cuando llegue el momento del parto, ya que habitualmente se administran medicamentos por vía endovenosa. 

Látex: una alergia cada vez más común

La alergia al látex es cada vez más frecuente. Si la mujer la padece es fundamental que lo informe al equipo médico, ya que tanto en los partos vaginales como en las cesáreas se trabaja con guantes de este material. Si este es el caso, se utilizan guantes de mitrilo, se trabaja con materiales libres de látex, y se retiran de la sala de partos o quirófano todos los elementos que lo contengan. 

Contrariamente a lo que se cree, el riesgo de alergia al látex se ve incrementado en las personas que están en contacto diario con este material (médicos, enfermeros, etc.), porque -a través del tiempo- se sensibilizan. 

Hay personas que son alérgicas al látex pero no lo saben: una forma de sospecharlo es el prurito o enrojecimiento luego del uso de guantes o de preservativos (muchas veces la mujer no lo comenta con el médico por pudor).

Lactancia: un preventivo de alergias

Además de las propiedades nutricionales que ya conocés, hay una razón más para dar el pecho: la lactancia es un preventivo de enfermedades alérgicas en niños. La leche materna contiene proteínas humanas (no tiene proteínas animales, principal causa de alergia en niños), anticuerpos que previenen infecciones, y prebióticos que favorecen una flora intestinal tolerogénica (implica más tolerancia y menos reacciones alérgicas). En síntesis, si podés darle la teta a tu bebé, mejor; la lactancia tiene una gran cantidad de funciones que ayudan a que el sistema inmunológico se comporte adecuadamente.

Asesoró: Dr. Claudio Parisi, Médico Especialista en Alergia

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