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El paso de la cuna a la cama

Desde los primeros días de vida, el moisés, la practicuna o la cunita colecho se convierten en el lugar acogedor donde el bebé pasa sus horas de sueño, generalmente en el cuarto de los padres. Pero con el paso del tiempo, y como consecuencia del rápido crecimiento del pequeño, llega el momento de trasladarlo a la cuna, un espacio más amplio y seguro.

A medida que el bebé continúa creciendo a un ritmo sorprendente, incluso la cuna empieza a quedarse pequeña. En un abrir y cerrar de ojos, aquella cuna que parecía enorme comienza a no ser suficiente para su ya más desarrollado cuerpo. Este es un cambio inevitable y emocionante que marca una nueva etapa en el desarrollo del niño.

De la cuna a la cama

El crecimiento físico no es el único indicador de que ha llegado la hora de cambiar la cuna por una cama. Aproximadamente entre los 18 meses y los dos años, los niños se vuelven hábiles escaladores. La baranda de la cuna, que antes era una barrera protectora, puede convertirse en un riesgo, ya que el pequeño intentará salir por sí mismo.

El peligro de una caída desde la altura de la cuna, que puede ser de alrededor de 1,30 metros, es considerable. Por ello, en cuanto el niño muestra señales de querer “escalar la barrera”, es hora de considerar la transición a una cama. Si se trata de una cuna funcional o convertible, bastará con retirar las barandas para transformarla en una pequeña cama. De lo contrario, será momento de elegir una cama adecuada para su edad.

Aprendiendo a dormir en una cama

Este cambio trae consigo nuevos desafíos y aprendizajes. Uno de los primeros es enseñarle que debe bajar primero las piernitas, y una vez apoyadas en el suelo, el resto del cuerpo. 

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Además, el niño deberá adaptarse a dormir en “su” cama, lo que puede requerir paciencia por parte de los padres. Ahora que puede levantarse por sí mismo, es posible que se resista a dormir o intente ir a la cama de sus padres durante la noche. Este es un proceso común, y muchas familias experimentan esas visitas nocturnas inesperadas en su cama. Con el tiempo y la constancia, el niño aprenderá a disfrutar de su nueva cama y del espacio que le ofrece para seguir creciendo.

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