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Pesadillas y terrores nocturnos: en qué se parecen, en qué se diferencian

Tanto los terrores nocturnos como las pesadillas se encuentran dentro de lo que se denomina parasomnias: son trastornos normales que se producen durante el sueño, y que en ocasiones pueden interrumpirlo, en otras no. 

Ambas son muy habituales en la infancia: por lo general aparecen después de los 2 años y pueden persistir hasta los 6. Y si bien no son de gravedad, lo cierto es que suelen perturbar el sueño de la familia. Los padres suelen asustarse (y mucho) cuando ocurren, porque no saben qué hacer ni cómo actuar.

Además de los terrores nocturnos y las pesadillas, también son parasonmias el sonambulismo, la somniloquia (hablar dormido), el bruxismo (“rechinar” los dientes) y enuresis (hacerse pis en la cama). Por lo general las parasomnias tienen una historia familiar. 

Tanto los terrores nocturnos como las pesadillas son más frecuentes entre los 2 y los 6 años de edad. Son fenómenos benignos y transitorios.

Terrores nocturnos

La casa está tranquila, todos duermen plácidamente. De repente se escucha un grito de pánico. Es Valentín. Lorena y Ezequiel -sus padres- acuden rápidamente a su cuarto. Valentín está sentado en su cama con una expresión de terror y llora aterrorizado; tiene los ojos abiertos mirando un punto fijo; se lo ve desorientado y desprotegido, no reconoce ni registra a sus padres ni reacciona ante los fallidos intentos por calmarlo. Su corazón palpita apresuradamente

Los episodios tienen una duración breve (entre 1 y 10 minutos), luego de lo cual el pequeño se tranquiliza progresivamente y retoma con normalidad el sueño. Al despertar por la mañana el niño no recuerda absolutamente nada de lo sucedido.

Se trata de un trastorno totalmente benigno que suele aparecer alrededor de los 2 años, y que no requiere ningún tipo de tratamiento. 

Qué hacer si tu hijo tiene un terror nocturno:

  • No despertar al pequeño.
  • No zamarrearlo ni gritarle.
  • Dejar que transcurra y observar que no se lastime durante el episodio. 
  • Ojo: si el niño llora, y cuando alguno de los padres entra a la habitación se calma, no se trata de un terror nocturno, sino que podría ser una artimaña para que se queden con él.

Pesadillas

Son las 4:00 am. Florencia siente que algo la despierta. Es Matilda que, asustada, quiere sumarse a la cama de sus padres. La pequeña llora y dice: “Había un perro que me quería morder, era muy feo…”. Las pesadillas son sueños de contenido terrorífico; son tan intensos que logran despertar al niño, produciendo llanto y angustia. Como todo sueño, se presentan durante ta etapa REM, es decir en la etapa más superficial del dormir. 

Suelen producirse en la segunda mitad de la noche, cerca del amanecer, y al despertar, el pequeño suele recordar perfectamente el sueño (“había una bruja”, “un monstruo me quería agarrar”, etc.).  

A diferencia de los terrores nocturnos, las pesadillas se calman ante la presencia tranquilizadora de los padres.

La causa puede estar relacionada con alguna situación externa que ha inquietado al niño: alguna película, algún cambio en sus rutinas, o algún cuento que lo atemorizó.

Qué hacer si tu hijo tiene una pesadilla: 

  • Tranquilizalo, contenelo, y dale seguridad que no hay motivo para tener miedo. 
  • Revisá qué está sucediendo durante el día (evitá que esté expuesto a libros, películas o programas de TV con escenas de terror, violencia, etc.). 

Asesoró: Dra. Marisa Gandsas, Médica Pediatra, Psiquiatra, y Especialista en Sueño Infantil.

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