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Subrogación de útero en Argentina: ¿cómo se realiza?

No son pocos los que creen que es algo reservado para celebrities y que solo puede hacerse en el exterior. Pero no es así. Te contamos todo.

La subrogación de útero es una alternativa para cualquier persona sola o en pareja que no puede tener hijos, sea por problemas de salud o de fertilidad. ¿En qué consiste? Una mujer ofrece voluntariamente su útero para llevar adelante el embarazo del hijo de otra persona o pareja que -por distintos motivos- no tiene otra forma de hacerlo y ha agotado todas las instancias médicas posibles.

Cuando se hace una subrogación de vientres hay dos partes involucradas:

Por un lado están los padres procreacionales (es decir la persona o pareja que quiere tener un hijo); por otro, la gestante o portadora, que es la mujer que llevará adelante la gestación del bebé.

 

En qué situaciones está indicada

“Es necesario que exista una indicación médica para hacerla; nosotros no lo realizamos si la razón es que la mujer no quiere tener estrías ni soportar las molestias de un embarazo”, explica la Dra. Inciarte.

Son diversas las situaciones en las que la subrogación puede ser una opción,

entre ellas:

  • Una mujer a la que le han sacado el útero.
  • Si ha tenido muchos abortos a repetición.
  • No logra embarazarse después de haberle transferido muchos embriones.
  • Con un útero con múltiples miomas.
  • Si tiene incompetencia ítsmico-cervical (alrededor de la semana 20 pierde el embarazo porque el cuello del útero se “abre” antes de tiempo, y no es capaz de contener esa gestación).
  • Si ha tenido muertes fetales avanzadas.
  • A pesar de tener el útero en perfectas condiciones tiene contraindicación de embarazo.
  • Una pareja formada por dos hombres (no en el caso de dos mujeres, ya que es una de ellas la que lleva el embarazo).
  • Un hombre solo.

La situación en Argentina

Si bien en nuestro país no existe una ley que regule la subrogación uterina como la hay en Ucrania, en Florida o en California -por citar algunos ejemplos-,  de acuerdo con lo expresado en el art. 19 de la Constitución Nacional “lo que no está prohibido, está permitido”.

“La primera subrogación en Argentina se hizo en Halitus Instituto Médico en el 2011, se judicializó en el 2012 y el proceso terminó en junio del 2013”, expresa Fabiana Quaini, abogada de Halitus. “A la fecha, este centro lleva realizadas alrededor de 55 procedimientos”, agregó.

Un trabajo multidisciplinario

“Desde el punto de vista médico es un procedimiento sumamente fácil: es armar un embrión que en lugar de ponerlo en una persona lo ponemos en otra. En definitiva es una técnica de reproducción asistida que es lo que hacemos todos los días quienes hacemos fertilidad. El problema de la subrogación no es la parte médica en sí, sino todo lo que la acompaña”, expresa Florencia Inciarte, coordinadora del programa de subrogación uterina de Halitus.

“La maternidad subrogada es una multidisciplina, en la que no sólo participan médicos, sino también psicólogos, abogados, y escribanos. Tiene que estar bien hecho para tranquilidad de todos. Hay que cuidar cuestiones desde el aspecto legal, hay que cuidar tanto a los padres preconcepcionales como a la gestante y su familia; son muchas las cosas a tener en cuenta, no es solo armar un embrión y ponerlo”, agrega la especialista.  

La gestante

La portadora o gestante es la mujer que lleva adelante el embarazo. En Argentina deben conseguirla los padres. ¿Quién puede ser portadora? Una hermana, una amiga, una vecina, una compañera de trabajo, no importa el vínculo. Pero hay una condición que sí o sí debe cumplir: ser madre.

Lo ideal es que sea una mujer joven, sana, con un peso adecuado (si está excedida de peso las posibilidades de lograr el embarazo serán menores). Asimismo es recomendable que no tenga muchas cesáreas previas porque esto aumenta el riesgo de complicaciones.

Más allá de lo económico, ser gestante es un acto de solidaridad enorme: es poner el cuerpo para que una persona o pareja puedan cumplir con el sueño de ser padres. También hay algo de altruismo, ya que es una forma de trascender en esta vida haciendo algo que otro no puede.

“Existe el preconcepto de que la mujer gestante presta su útero solamente por cuestiones económicas y desde la vulnerabilidad. Nada más errado. La gestante sabe lo que está haciendo y está feliz de poder hacerlo”, aclara la Dra. Inciarte. “Y uno ve lo feliz que la hace cuando, por ejemplo, les hace sentir a los padres una patadita de su hijo. Es algo que va mucho más de lo económico”, agrega.

¡No tengo portadora!

La pregunta del millón es qué ocurre si no se consigue una portadora. “El consejo es que le cuente sus ganas de subrogar un vientre a todos los que pueda, y en todos los entornos: familia, amigos, en el trabajo, en el edificio; ahí es cuando comienzan a aparecer las posibilidades”, explica Florencia Inciarte.“Hace poco tuvimos el caso de una pareja que no conseguía gestante, y nos comentaron que todavía no lo habían hablado con nadie, ni siquiera con sus padres. Cuando le aconsejamos que se lo contaran a todos cuantos pudieran,  él lo comentó en su entorno laboral y una compañera de trabajo le dijo “yo te presto mi panza’”, cuenta la Dra. Quaini.

La gestante no puede aportar sus óvulos bajo ningún concepto: solamente presta su útero.

El embrión

En la mayoría de los casos se utilizan los óvulos de la mujer que quiere ser madre. “La estimulación ovárica es igual a cuando se hace una fecundación in vitro convencional: son tratamientos en los que se inyectan hormonas, se hacen ecografías seriadas y se evalúa cómo responde el ovario. Cuando los folículos han crecido lo suficiente, se hace una punción y se aspiran los folículos. Y si hay óvulos maduros se los pone a fertilizar con los espermatozoides. Al día siguiente vemos si hay embriones o no”, comenta Inciarte. Cuando no es viable utilizar los óvulos de la mujer, se puede recurrir a la ovodonación o bien a embriones congelados donados.

Ser portadora es un acto de solidaridad enorme: es poner el cuerpo para que una persona o pareja puedan cumplir con el sueño de ser padres.

De temores y fantasías

Para ambas partes involucradas, casi siempre surgen miedos o fantasías. “Lo que nosotros siempre le decimos a los padres es que ellos tienen miedo de que la portadora no les dé al bebé. Pero del mismo modo la gestante tiene miedo de que, una vez nacido, los padres no se lleven al bebé, porque ella ya tiene sus hijos y lo que menos quiere es quedarse con uno ajeno. Es el mismo problema mirado desde dos ópticas distintas”, explica Quaini.

“La subrogación es un acuerdo entre partes donde todos tienen que confiar en el otro; si no hay confianza, no funciona”, afirma la Dra. Inciarte.   

Cómo hacer una subrogación en Argentina

Así es el paso a paso de cómo se realiza la maternidad subrogada en Halitus, una institución con muchos años de experiencia en la materia.

  • De existir una indicación médica, se le explica a la persona o a la pareja interesada qué es y cómo se hace la subrogación, qué equipo de profesionales intervienen, y qué sería lo ideal para la gestante.
  • Antes de iniciar el proceso, es se efectúa una evaluación psicológica a la persona o pareja que tiene la voluntad de ser padre, para comprobar si están en condiciones de realizar este tipo de procedimiento.
  • Si están aptos, deben presentar a la portadora.
  • Se le realiza una evaluación psicológica y clínica. Luego se le practican una serie de estudios médicos (análisis de sangre, ecografía, radiografía, etc.).
  • Si los resultados son favorables, se le hace un ciclo de prueba: se le administran estrógenos por vía oral para estimular al endometrio de modo que sea capaz de implantar al embrión. Por medio de una ecografía se evalúa si el endometrio tiene el grosor adecuado.
  • Si todo está en condiciones, se firman los consentimientos informados.
  • Los padres -más allá del acuerdo económico que hagan con ella- se comprometen a brindarle una medicina prepaga por el término de 2 años, a hacerse cargo de las medicaciones que fueran necesarias, a pagar un seguro de vida a favor de la gestante y su familia hasta el nacimiento, y a quedarse con el bebé una vez nacido.
  • A su vez la gestante se compromete a cuidarse, a mantener informados a los padres sobre la evolución del embarazo, y a entregar al bebé al nacer.   
  • Una vez firmados los consentimientos se inicia el tratamiento. Vale destacar que cualquiera de las personas involucradas en el proceso tienen el derecho de arrepentirse -aunque hayan firmado el consentimiento- ya que nadie está obligado a hacer nada contra su voluntad.
  • Generalmente se tiene sincronizadas a ambas mujeres -la que aporta los óvulos (sea ella o una donante)- y a la gestante: mientras una se va estimulando los ovarios, la otra se va estimulando el endometrio. El día que se aspiran los folículos a la mujer, se le administra progesterona a la gestante, para “engañar” al organismo y crea que ovuló.
  • Antes de transferir el embrión se preguntar nuevamente a todos si están de acuerdo con la práctica. Si todos afirman, se hace la transferencia.
  • Todo el procedimiento se lleva a cabo en Halitus, excepto la firma de los consentimientos protocolizados, que se realizan ante escribano público.
  • Los controles del embarazo los pueden hacer con el obstetra de su elección. La gestante tiene el derecho de pedir que los padres la acompañen o no a los controles; los padres tienen el derecho de hablar con los médicos para estar informados de la evolución del embarazo.

“Los padres se sienten muy seguros y contenidos, desde lo médico, lo desde legal, y fundamentalmente desde lo psicológico. Nos ocupamos de todo para que todos tengan absoluta tranquilidad y puedan disfrutar de un momento tan especial”, agrega Inciarte.

Parejas de hombres

El procedimiento es el mismo. Generalmente se obtienen muestras de los dos hombres y se las analiza. En ocasiones se fertiliza la mitad de los óvulos con el semen de uno, y la otra mitad con el semen del otro. 

Otras veces quieren mezclar ambas muestras de los dos y que el destino decida. Después se los junta con óvulos donados, y se transfiere a la gestante el embrión que tenga mejor evolución.

¡Bienvenido bebé!

Cuando el embarazo llega a su fin, el parto puede ser por vía vaginal como por cesárea. Obviamente que, si no están dadas las condiciones para un parto vaginal, o la salud de la madre o del bebé están en riesgo, se hace una cesárea. Caso contrario, es algo que el obstetra consensua con la gestante: se puede intentar un parto vaginal si ella quiere. O a veces sucede que la gestante tuvo a sus hijos por vía vaginal, pero esta vez quiere diferenciarlo y opta por una cesárea.

 “Lo ideal es que el obstetra que va a atender el parto sea conocido en el lugar donde nacerá el bebé para evitar malentendidos; que quede bien claro a todos que es una gestación solidaria, y que los padres del bebé son ellos”, agrega Inciarte.

“A los padres les aconsejamos que el bebé nazca en la Ciudad de Buenos Aires, ya que en esta ciudad los bebés se inscriben en el Registro Civil sin la necesidad de ningún proceso judicial. La partida de nacimiento contiene el nombre de los padres no de la gestante y en menos de una semana ya está el DNI listo.”, aclara Quaini. Esta inscripción comenzó en octubre del 2017. Además en el certificado médico de nacimiento la mujer gestante firma e indica quiénes son los padres de ese bebé que ella gestó, y que acaba de nacer.

Al momento de internarse para tener al bebé (y si la infraestructura de la institución lo permite) generalmente se les asigna una habitación con una antesala: por un lado, está la gestante que recién dio a luz, y por el otro lado los padres, el bebé y la larga lista de familiares y amigos que van a conocer al bebé. Pero no todos los lugares tienen esas características.

Por Claudia Baschera, Directora de Ahora Mamá

Con el asesoramiento de: Dra. Florencia Inciarte (Médica Especialista en Fertilidad y Coordinadora del Programa de Subrogación Uterina de Halitus),

Dra. Fabiana Quaini, Abogada, y Dr. Sergio Pasqualini, Médico Especialista en Fertilidad y Director de Halitus

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