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Pérdidas de sangre durante el embarazo: lo que hay que saber

Cuando pensamos en una pérdida de sangre durante el embarazo, lo primero que se nos viene a la mente es el aborto espontáneo. Durante mucho tiempo, ambas situaciones fueron vistas como sinónimos, pero hoy entendemos que no siempre es así.

Pérdida materna, sangrado vaginal o metrorragia del primer trimestre son distintos nombres de un mismo episodio: la pérdida de sangre a través de los genitales durante el embarazo. 

La intensidad puede ser desde un mínimo flujo sanguinolento o un goteo escaso (parecido al de los últimos días de la menstruación), hasta una hemorragia considerable de sangre oscura y de varios días de duración. 

Si bien pueden ocurrir en cualquier momento de la gestación, son más frecuentes al comienzo: aproximadamente 1 de cada 3 mujeres tiene una pérdida o un goteo de sangre durante el primer trimestre. En cambio, en el segundo y tercer trimestre, ocurre solo en el 5% de los casos. 

¿Por qué ocurre el sangrado?

No existe una única causa para el sangrado vaginal durante el embarazo, sino que puede responder a diferentes motivos. Para establecerlos, es necesario estudiar de dónde proviene por medio de una ecografía. Pero aun luego de realizar ese estudio, en ocasiones los obstetras no encuentran una explicación objetiva. En muchos casos, se puede atribuir a una lesión o inflamación del cuello uterino, que suelen diagnosticarse mediante colposcopía, un estudio seguro durante el embarazo. En otras ocasiones, el sangrado puede provenir de la placenta, y que se deba a la implantación del huevo en el útero. De hecho no son pocos los obstetras y ecografistas que consideran que este episodio podría ser -por su frecuencia- casi normal y propio del proceso de implantación de la futura placenta. 

Finalmente, en las pérdidas que ocurren en el segundo o tercer trimestre, el origen puede ser el desprendimiento de la placenta, que se produce por razones desconocidas (generalmente se lo asocia a hipertensión arterial, pero es probable que este no sea el único motivo), y su frecuencia oscila entre 1 de cada 400 a 600 embarazos.

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Pérdida de sangre y aborto: no siempre van de la mano

Aunque la palabra “pérdida” sigue generando temor, en la mayoría de los casos no está directamente asociada a un aborto espontáneo. Hoy se sabe que muchas pérdidas de sangre tienen su origen en hematomas o problemas menores en la implantación del embrión y no representan una amenaza para la gestación. De hecho, más de la mitad de las mujeres que experimentan sangrados durante el primer trimestre terminan llevando su embarazo a término sin problemas.

¿Qué es el aborto espontáneo?

El aborto espontáneo se debe a la muerte del embrión, que ocasiona que la placenta se desprenda, desencadene contracciones, y el producto de la concepción sea expulsado.

Cuando ocurre en el primer trimestre, el sangrado suele acompañarse de dolores en el bajo vientre (similares a los cólicos) y en la región sacra de la pelvis. En la mayoría de los casos, obedece a una anomalía genética o cromosómica del embrión (por ejemplo, a una alteración en el número de cromosomas). Este tipo de trastornos puede ocurrir incluso antes de la concepción y ser inherente al espermatozoide o al óvulo, o bien producirse en los primeros estadíos de división celular del huevo fertilizado. 

Otras veces, las causas del aborto son de origen inmunológico o bien infeccioso, entre las más frecuentes. 

Pero más allá de cuál sea el motivo, cuando una mujer tiene un aborto espontáneo suele cargarse de culpas injustificadas, y sentirse responsable por lo que pasó. Sin embargo, lo cierto es que estos errores del proceso reproductivo no tienen relación con el estilo de vida de la madre, su nivel de actividad física, sus relaciones sexuales, como tampoco con su estado emocional. 

Un proceso complejo y natural

El 75% de los abortos espontáneos ocurren antes de que la mujer note que está embarazada. Por lo tanto, pasan desapercibidos. Es más: el 25% de los embarazos se pierde en forma inadvertida entre el momento de la concepción y la fecha de la siguiente menstruación.

Tomando como base las gestaciones conocidas, el 75% de los abortos se produce antes de la semana 16, y dentro de ellos, la mayoría en la semana 8. Vale decir que el riesgo disminuye a medida que transcurren las semanas.

Es cierto que se trata de una situación sumamente traumática, tanto para la futura madre como para su pareja e incluso su círculo más íntimo. No obstante, desde el punto de vista médico, el aborto espontáneo se considera un componente natural de los complejísimos procesos reproductivos.

Cada embarazo es único, y es importante estar atentas, pero sin alarmarse ante cada síntoma. Las pérdidas de sangre pueden ser comunes, y en la mayoría de los casos, no significan que algo grave esté ocurriendo.

Asesoró: Dr. Mario Sebastiani, Médico Obstetra

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