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La Navidad y los niños

Llega diciembre y todo se viste de Navidad. Los negocios transforman sus vidrieras, las calles se iluminan… Este último mes del año, se impregna de ese espíritu de ilusión que los adultos recuperamos al convertirnos en padres. Es una época de festejos, preparativos, regalos, encuentros… Y también de tradiciones, rituales y costumbres que las familias repiten año tras año, y en muchos casos generación tras generación. Estos hábitos despiertan emociones y sensaciones que quedan grabadas, de manera indeleble, en lo más profundo del corazón de los niños.

En familia

Aunque la Navidad conmemora el nacimiento de Jesús, no todos los hogares que la celebran son creyentes. Esta fecha, inicialmente religiosa, se ha extendido y generalizado hasta ocupar el lugar que tiene en la actualidad: una celebración familiar, motivo de reunión y ocasión de encuentro, incluso entre aquellos no se ven con frecuencia durante el año. Más allá de la razón que la motive, lo trascendental es la unión de la familia, y el hecho de que cada miembro tenga una tarea en la organización. 

Para los pequeños, es un fecha cargada de contenido simbólico, similar a Año Nuevo, Reyes, y el día de su cumpleaños. Todos, pero especialmente los niños, necesitan sentirse importantes y queridos por las personas a quienes aman. Ser agasajados, mimados, recibir regalos y participar de los preparativos y festejos son situaciones que refuerzan ese amor.

Por otro lado, todas las experiencias de la infancia, sean de tristeza o alegría, quedan grabadas en la memoria. Y así como las primeras hacen que los chicos se sientan inseguros y poco importantes, las segundas les otorgan confianza, seguridad y amor. Entonces, ¿qué mejor oportunidad que las Fiestas para crear buenos recuerdos que acompañen a nuestros hijos para siempre?

Compartir la ilusión

El milagro navideño se debe a la característica “mágica” del pensamiento infantil. Sucede que los más pequeños no viven estas fechas de la misma manera que los adultos, precisamente porque su capacidad de comprensión también es diferente. 

En efecto, para un niño no resulta fácil entender un concepto abstracto si no es a través de un soporte concreto. De ahí el valor que adquiere Papá Noel, una figura que para los adultos simboliza la idea de compartir y el placer de entregar regalos, pero para el niño es el soporte que le permite captar el significado de la Navidad.

A medida que crezca, y como parte del proceso natural de maduración, podrá prescir de esta fantasía, y sus padres lo acompañarán en el descubrimiento de la verdad. Mientras tanto, compartir la ilusión lo ayudará a establecer lazos con otros niños. Se trata de un acuerdo social donde los adultos se hacen cómplices de esta fábula que, por un momento, se convierte en realidad.

Su primera Navidad

Si tu bebé nació este año, esta Navidad será -sin lugar a dudas- completamente distinta a todas las que viviste antes. Se trata de “la primera Navidad” de tu hijo, y como tal, de una ocasión muy especial para vos y toda la familia. 

Es que para los adultos, la magia de esta fecha vuelve a cobrar sentido cuando se convierten en padres. Son los niños los que le devuelven  emoción al festejo: su inocencia y su genuina alegría generan un hermoso “efecto contagio”, que aviva el deseo de recrear el clima vivido durante la infancia. Cuando en la familia hay niños pequeños, la magia de las Fiestas renace para todos.

Pero a no engañarse: aunque se fascinará con los colores y las luces del arbolito, un bebé de meses ni siquiera registra lo que sucede a su alrededor. Justamente por eso, no hay que esperar que tenga una participación activa. Es más, debe mantener sus rutinas aun en Navidad. Y si a la hora del brindis está dormido, nada de despertarlo: hay que respetar sus horarios y su descanso. 

Sembrar buenos recuerdos

Las celebraciones forman parte de esos recuerdos que transmiten a los niños confianza, y que contribuyen a consolidar su autoestima. Por eso, lo que más se recuerda de ellas son los momentos de felicidad compartidos con la familia, así como el clima emocional de los preparativos. Los regalos son divertidos, pero no lo más importante. 

Sería bueno que el mensaje Navideño se centrara en aprender a compartir y en el amor al prójimo, más que en los obsequios que podamos comprar. Poner el acento allí hará que tus chicos vivan una Navidad más hermosa y perdurable en el corazón y en la memoria. Y para ayudar a que los recuerdos se graben para siempre, sacá fotos, grabá al Papá Noel familiar, y tratá de implementar alguna tradición que puedan continuar año tras año. Es posible que -en el futuro- tus hijos perpetúen esa costumbre con tus nietos. 

Una maravillosa oportunidad 

Posibilidades sobran, excusas también. Está en tus manos hacer de la Navidad un motivo de encuentro familiar, donde todos compartan las tradiciones -antiguas y nuevas- que la conviertan en una ocasión inolvidable para los más chiquitos. 

Más o menos regalos no pueden (ni deben) competir con lo más valioso: la presencia y el amor de la familia reunida, sin conflictos y tolerando las diferencias, para que lo que quede en la memoria de los niños sean sensaciones de alegría y buenos recuerdos.

Año tras año, las Fiestas te brindan la maravillosa oportunidad de demostrarle a tu hijo cuánto lo querés. ¡Aprovechala!

Asesoró: Dra. Mariana Chapski, Psicóloga y Especialista en Psicología Clínica

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