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¿Es bueno que los niños crean en Papá Noel y los Reyes Magos?

Si bien para los cristianos la Nochebuena, la Navidad y la Noche de Reyes, conmemoran un festejo religioso, lo cierto es que con el paso del tiempo estas celebraciones se han ido generalizando, aún entre aquellos que no son creyentes o que practican otro credo. Los niños disfrutan esa magia que les da vida a Papá Noel y a los Reyes Magos, y se ilusionan con la posibilidad de recibir regalos. Los adultos, en cambio, nos emocionamos con la felicidad de los niños y con la posibilidad de revivir nuestra propia infancia.

Pero es probable que en algún momento nos preguntemos si hacemos bien en sostener una fantasía que, más adelante, podría ser tomada por los chicos como un “engaño”. Lo cierto es que todo dependerá de cómo se lo expliquemos cuando llegue el momento de develar la verdad. 

Los niños necesitan de la magia porque su pensamiento presenta esas mismas características. El pensamiento infantil es “mágico”. Esto quiere decir que creen fervientemente en las figuras mágicas y en las historias de los cuentos, no diferenciando aún claramente entre la fantasía y la realidad. Otro punto es que -por su desarrollo evolutivo- aún no pueden comprender las ideas abstractas, por lo cual les es más fácil comprender conceptos como bondad, generosidad, alegría, si se encarnan en personas concretas, como Papá Noel o los Reyes. Festejar esas figuras forma parte del simbolismo de las fiestas. ¿Por qué privarlos de este soporte? ¿Por qué exigirles que razonen como un adulto cuando no lo son? 

Saber de qué se trata forma parte del crecimiento, pero compartir la fantasía en la infancia establece lazos con otros niños. 

La hora de la verdad

Ya crecerán y su pensamiento se volverá más complejo; entonces alrededor de los 7 u 8 años es probable que ellos mismos comiencen a preguntar y a poner en duda la historia. Será entonces sí, el momento de explicarles que esa es la forma en la que los adultos sostenemos entre todos la magia de las fiestas. Es un acuerdo social en donde los adultos se hacen “cómplices” de ésta fábula que, por un momento, se convierte en realidad.

A partir de allí y de este conocimiento, los niños pasan a formar parte de los guardianes de esa magia: ellos mismos se convierten en los encargados de guardar el secreto frente a los más chiquitos de la familia. Este nuevo status que han conquistado suele ser suficiente motivación como para no arruinarles la magia a los hermanitos, primitos o amigos que aún no conocen esta noticia.

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Asesoró: Dra. Mariana Czapski, Psicóloga y Especialista en Psicología Clínica

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